viernes, 27 de abril de 2012

EL REGRESO DEL "SUPER PESO".

Conforme mejoran las perspectivas sobre un “arreglo” respecto a la deuda griega, a través de importantes quitas al capital absorbidas por sus acreedores, el optimismo renace en los mercados financieros internacionales y con ello estamos presenciando lo que parece ser el resurgimiento del “super peso”.

Al momento de escribir estas líneas el dólar estadounidense se vende en $12.93 pesos, lo que implica que a este nivel el peso está sobrevaluado en un 6 por ciento respecto al dólar. Actualizando el ejercicio de medición del grado de sub o sobre valuación del peso, vemos que el tipo de cambio técnico al mes de enero es de $13.75 pesos por dólar (arrastrando los diferenciales de inflación del peso respecto al dólar de 1997 a la fecha), por lo que claramente hay un “super peso” de nueva cuenta.

¿Y porque se dio el fortalecimiento del peso estos últimos días? ¿Hubo algún cambio en los fundamentales de la economía mexicana que justifique tal apreciación? La respuesta es no. Lo que sucedió es que la percepción de riesgo global disminuyó y entonces los capitales golondrinos y especulativos han decidido regresar a naciones como México.

Así, no importa realmente la situación fiscal del país ni sus perspectivas de crecimiento económico. Mientras no ocurra una catástrofe nacional o internacional, y se mantenga el amplio diferencial de tasas de interés entre México y Estados Unidos, seguirá entrando dinero al país, fortaleciendo al peso y perjudicando a la planta productiva nacional. Y es que ahora en día un Cete a 28 días paga una tasa de 4.24 por ciento anualizado, mientras que la tasa de interés que paga un Treasury Bill de Estados Unidos a plazo de un mes es de tan sólo 0.05 por ciento anualizado. ¿Y pues con estos diferenciales de tasas, y la existencia de coberturas cambiarias, como no va a fluir el dinero hacía México en tiempos de estabilidad financiera?

Hemos dicho hasta el cansancio que a México le convendría una baja en las tasas de interés, ya que esto frenaría la entrada masiva de capitales al país, y pudiera llevar a la paridad a un nivel más cercano al que debería tener ($13.75 pesos por dólar). Además de que esto se traduciría en grandes ahorros financieros para el gobierno federal.

De acuerdo a informes de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP), el 72 por ciento del endeudamiento total del sector público actual corresponde a la deuda interna, con un saldo de 3 billones 928 mil 321 millones de pesos al cierre de 2011, lo que implicó un crecimiento de 203 por ciento en los últimos 11 años. Así pues, si el Banco de México decidiera bajar su tasa de interés de referencia en un cuarto de punto porcentual, esta simple medida le ahorraría al gobierno mexicano miles de millones de pesos en intereses (recursos que pudieran destinarse a la construcción de infraestructura, en lugar de ser destinados a los bolsillos de los inversionistas y especuladores).
Independientemente de lo anterior, es lamentable ver que en el corto plazo la competitividad de la planta productiva nacional (en términos de costo de exportaciones e importaciones) depende de los inversionistas golondrinos y especuladores que vienen a México. Si les place ingresan a México miles de millones de dólares abaratando el dólar y encareciendo al peso. Esto provoca que nuestras exportaciones se vuelvan más caras y las importaciones más baratas, lo que perjudica a la planta productiva nacional y al empleo. Por otra parte, cuando estos inversionistas y especuladores sienten algún temor (real o inventado), huyen despavoridos del país, retirando miles de millones de dólares, y con ello provocan el encarecimiento de dólar y abaratamiento del peso, y por lo tanto una disminución del precio de nuestras exportaciones y encarecimiento de las importaciones, lo que favorece a la planta productiva nacional y al empleo. Es de esta manera que vemos que la economía financiera contamina a la economía real a través del tipo de cambio al determinar el grado de competitividad de nuestros productos.

Para muchos analistas financieros esto es lo que sucede, así funcionan las cosas, y así deberían seguir sucediendo. Efectivamente, no estoy solicitando que se restrinja la entrada y salida de capitales al país, pero lo que si se debe hacer es atraer menos de esos capitales que nada más buscan un beneficio de cortísimo plazo (inclusive de un día). Ya que hemos visto que esto mete mucho ruido en las operaciones de las empresas.

Imagínese a un empresario exportador que a comienzos de este año elaboró un catalogo de productos a la venta sobre un dólar en 14 pesos, pero ahora el dólar ya está a 13 pesos. ¿qué ha pasado? Pues que este productor ya está en problemas porque sus costos en pesos siguen siendo los mismos, pero sus ingresos por sus ventas al exterior han caído dramáticamente (en pesos). Es decir, con esta volatilidad, la labor de planeación del empresario se vuelve muy compleja.

O veamos el caso de un empresario que no exporta, pero decide vender su producto en “x” pesos. Pues si el dólar baja mucho de precio, el producto importado entrará y lo desplazará del mercado. Los consumidores se irán por la opción más barata y dejaran de comprar lo hecho en México.

Es por ello que el gobierno debería darle un papel más importante al tipo de cambio, y no dejarlo como si fuera una mercancía más, ya que en función de la paridad la economía nacional es competitiva o no en el corto plazo. Y es por ello que el Banco de México debería tomar la decisión de apoyar la planta productiva nacional bajando las tasas de interés para llevar al tipo de cambio a un nivel más acorde con la realidad mexicana, y eso es cerca de los $13.75 pesos por dólar. Sólo de esta forma podremos crear los empleos que se requieren y podrá aumentar la producción.

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